lunes, 7 de febrero de 2011

El reloj de toda una vida

El hombre caminaba por el mercado cuando se topó con la sección de cosas usadas "cachivaches" como muchos le llamarían, caminó por todos los pasillos repletos de ropa y muebles usados, trastes y juguetes viejos, hasta que se topó con un puesto en particular, que no era más que una lona en el piso con algunas de las cosas más extrañas que había visto el hombre, comenzó a inspeccionar los objetos, entre ellos había pipas con formas extrañas, unas plumas que se veían finas, encendedores y algunas otras cosas que no sabía para que servían, pero fue una sola cosa que rápidamente captó su atención, un pequeño reloj que no sabía exactamente de qué año databa pero se veía muy interesante a simple vista, estaba en una cajita circular de aspecto de cuero café, por dentro tenía un forro de tela en donde contenía el reloj, hecho de metal dorado y finamente detallado de la parte trasera en donde se le daba cuerda, era un reloj muy bello y fantásticamente conservado

– también es despertador – dijo un anciano que había estado sentado del otro lado de la lona, las ganas del hombre por comprar ese reloj aumentaron cuando descubrió que al darle cuerda se escuchaba un pequeño tic toc, el reloj todavía funcionaba, desde siempre le habían llamado mucho la atención los relojes, no sabía porqué pero se le hacían muy interesantes, así que decidió preguntar el precio,- llévatelo-, le dijo el anciano, el hombre se sorprendió y no pudo dejar de preguntarle porque estaba regalando sus cosas, el anciano lo invitó a sentarse en una sillita destartalada al lado de él

- te voy a contar una historia- dijo el anciano, con una voz rasposa que casi no se escuchaba- este reloj le pertenecía a mi abuelo, cuando yo era muy pequeño él me lo regaló y me dijo que debía cuidarlo muy bien, desde ese momento, todo lo que tengo lo cuido mucho, por eso nunca lo usé, al menos no de la manera en que se usa un reloj, toda mi vida la dediqué a cuidar de él, lo mantenía en una vitrina lejos de la suciedad, lo limpiaba con un líquido especial para relojes, incluso lo llevaba con relojeros expertos que me insistían en que no necesitaba mantenimiento pero igual lo mandaba, todas estas cosas que ves aquí son producto de mi obsesión por cuidar las cosas, al no tener un reloj en donde checar la hora nunca tuve noción del tiempo, sólo me dedicaba a cuidar de mis cosas hasta que un día me di cuenta de que estaba viejo, y que hasta me olvidé de tener familia alguna vez, ahora no tengo nadie a quien dejarle todas mis cosas, sería muy tardado tratar de venderlas, pues como no tengo noción del tiempo en cualquier momento podría morir, y mis cosas se quedarían sin dueño, las cosas que tanto cuidé terminarían en un basurero, por eso llévate el reloj, y úsalo, porque al menos el tiene la oportunidad de hacer lo que siempre debió hacer, dar la hora. El hombre no supo que decir, el anciano se separó de él y empezó a sacar más cosas de su maletín para ponerlas en la lona, el hombre se limitó a dar las gracias y se fue, pensando en que esa noche daría cuerda al reloj para despertar a un nuevo día.

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