Candelabro de madera
Hace algún tiempo, cuando las personas todavía vestían con trajes que representaban su grado y su casta social, aquellas épocas en las que la navegación se realizaba sobre grandes galeones artillados con potentes y grandes cañones de 26 libras que cubrían las cubiertas y estaban siempre listos para defender el navío, las noches eran obscuras y silenciosas, existía una atmósfera mágica en el aire, se ausentaban los ruidos, se extinguían las señales de vida, todo era calmado y solo se divisaban pequeños puntos luminosos dentro de cada una de las casas de la bahía.
En cada casa debían de haber por lo menos unas 12 veladoras en hermosos candelabros colocados estratégicamente para emanar suficiente luz para indicar el camino dentro del lugar.
Una de estas veladoras, solitaria por cierto, se encontraba en el escritorio del gobernador de la bahía de Barbados, famosa isla durante la época de oro española, pero aún más con la llegada de los británicos y el Boom del azúcar caribeña, donde gobernaba un tal Brian G. Hensley (Británico) el cual solía escribir todas las noches, acompañado de su siempre útil y servicial candelabro de madera, tallado por las propias manos de el carpintero más famoso de Italia.
Sobre su escritorio, al lado de un cofre de madera y unos cuantos sellos, entre pergaminos y un sextante antiguo, encontramos a este mencionado candelabro, iluminando al letrado en sus momentos de inspiración.
Así pasaron 16 años de prosperidad y monotonía en la isla, hasta que llego la conquista por parte de los franceses, los cuales saquearon y devastaron la economía del lugar, el palacio del gobernador no fue la excepción y quedo tan vacío como las minas de potosí del perú. Nuestro candelabro paso por diferentes manos, de los franceses a los holandeses, que mientras iban navegando fueron capturados por un buque español, hasta que éste regreso a nueva España y fue víctima de la piratería, sobrevivió a la independencia, pasando por grandes personajes como allende, él cual le utilizó para escribir la carta que llevaría a hidalgo, después pasaría a las manos del mismo iturbide para terminar olvidado en algún cuartel durante el porfiriato...
De ahí no se supo más hasta que apareció en un mercado ambulante a 222 kilómetros de la ciudad de méxico, en un pueblo llamado querétaro, que era prácticamente un estado agrícola en el valle de méxico y mayormente conocido por ser el paso entre el norte y el sur de México. En este pequeño pueblo nuestro candelabro, ahora llamado: "luz del rey" por su nuevo dueño, brillaba en el despacho un comerciante de telas, ubicado en la calle de allende... ahí permaneció durante varios años, pero su suerte estaría por cambiar, ya que el negocio de este comerciante fue decayendo y no paso mucho tiempo hasta que tuvo que vender sus posesiones y buscar mejor suerte en puebla o el distrito federal.
"Luz del rey" terminó deteriorado, sobre una manta rodeada de artículos usados, dentro de un mercado ambulante en la colonia presidentes, donde cada sábado se reúnen diferentes personas para vender aquello que ya no necesitan o que no utilizan, ahí fue donde lo encontré...
"Quién diría que:
lo que una vez fue de suma importancia en la humanidad,
tan preciado y sumamente valorado,
sería alguna vez fácilmente desechado
y completamente ignorado"
Alejandro Sánchez Delgadillo
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